lunes, 16 de julio de 2018

PALABRAS PARA JULIA, por José Agustín Goytisolo




Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.

Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.

Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.

Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.

Entoces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso. 

La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor. 

Un hombre solo, una mujer 
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.

Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras 
pienso también en otra gente.

Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo. 

La vida es bella, tu verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es 
será todo tu patrimonio.

Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.

Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso. 


José Agustín Goytisolo


martes, 19 de junio de 2018

Perspectiva Nevski, Franco Battiato


Credo de Aquiles Nazoa




Creo en Pablo Picasso, Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra;
creo en Charlie Chaplin, hijo de las violetas y de los ratones, 
que fue crucificado, muerto y sepultado por el tiempo,
pero que cada día resucita en el corazón de los hombres, 
creo en el amor y en el arte como vías hacia el disfrute de la vida perdurable, 
creo en el amolador que vive de fabricar estrellas de oro con su rueda maravillosa, 
creo en la cualidad aérea del ser humano, 
configurada en el recuerdo de Isadora Duncan abatiéndose
como una purísima paloma herida bajo el cielo del mediterráneo;
creo en las monedas de chocolate que atesoro secretamente
debajo de la almohada de mi niñez;
creo en la fábula de Orfeo, creo en el sortilegio de la música, 
yo que en las horas de mi angustia vi al Conjuro de la Pavana de Fauré,
salir liberada y radiante de la dulce Eurídice del infierno de mi alma,
creo en Rainer María Rilke, héroe de la lucha del hombre por la belleza,
que sacrificó su vida por el acto de cortar una rosa para una mujer, 
creo en las flores que brotaron del cadáver adolescente de Ofelia, 
creo en el llanto silencioso de Aquiles frente al mar;
creo en un barco esbelto y distantísimo
que salió hace un siglo al encuentro de la aurora;
su capitán Lord Byron, al cinto la espada de los arcángeles, 
junto a sus sienes un resplandor de estrellas,
creo en el perro de Ulises, 
en el gato risueño de Alicia en el país de las maravillas, 
en el loro de Robinson Crusoe, 
creo en los ratoncitos que tiraron del coche de la Cenicienta, 
en Beralfiro, el caballo de Rolando, 
y en las abejas que laboran en su colmena dentro del corazón de Martín Tinajero,
creo en la amistad como el invento más bello del hombre, 
creo en los poderes creadores del pueblo,
creo en la poesía y en fin, 
creo en mí mismo, puesto que sé que alguien me ama. 

Aquiles Nazoa